
¿El futuro es eléctrico?
Consecuencias de la creciente tendencia a la electrificación.
Lo hemos visto en publicidad, en conferencias, en televisión… En todas partes se habla de los beneficios de tender a lo eléctrico. El coche eléctrico, el patinete eléctrico y hasta las persianas eléctricas. Su alta tecnología y sin gases contaminantes, nos da la sensación de que, definitivamente, la electrificación es beneficiosa.
Pero ¿por ser eléctrico será sostenible? ¿la electricidad es energía verde? Eso nos han hecho entender desde múltiples sectores, especialmente el de la movilidad: El vehículo eléctrico se ha convertido en todo un símbolo de cambio. Sin embargo, podemos adelantar que: No es verde todo lo que reluce. Además de no ser siempre renovable, la electrificación masiva conlleva otros muchos problemas.
¿Cuánto de renovable tiene la energía eléctrica?
La energía que consumimos en nuestros hogares o lugares de trabajo proviene de la Red Eléctrica. Esta red transporta la electricidad generada a través de diversas fuentes de energía: Algunas renovables y otras no. Esta “mezcla” de energía generada de formas diferentes es lo que se conoce como mix eléctrico. En cada país y en cada momento existe un mix eléctrico determinado por las centrales que, en conjunto, han producido energía: Centrales térmicas, hidráulicas, parques eólicos, solares, etc. Después, esa energía se vierte a la red y se distribuye a cada punto de consumo. Por tanto, el mix eléctrico se compone de un porcentaje de energía producida mediante fuentes renovables y otro porcentaje de energía procedente de combustibles fósiles. Así que la electricidad no siempre es energía verde. Ni siquiera se puede saber si la que llega a un determinado punto lo es, ya que es imposible saber si un electrón proviene de energía renovable o no, lograr saberlo sería el sueño de cualquier profesional del sector energético.
Pero ¿cuál es el porcentaje de renovables? Ahora que hay tanta concienciación y normativas al respecto, será muy alto, ¿no?
Depende del país. En Noruega, se ha alcanzado un porcentaje de renovables superior al 70% durante el año 2018. Pero por desgracia esa no es la norma, sino la excepción. De hecho, Noruega se desmarca del resto de países de la UE gracias a su gran producción hidroeléctrica. España, en el mismo año, alcanzaba un 30% de renovables en su mix eléctrico. Así que la electricidad que consumiste en 2018 en tu vivienda de España fue, a grosso modo, un 30% renovable y un 70% procedente de combustibles fósiles.

Cuanto más aumente el porcentaje de renovables en el mix, más cerca estaremos de que la energía eléctrica pueda considerarse de verdad energía limpia.
Como ya explicamos, tanto la Unión Europea como los estados miembros, tienen intereses justificados en aumentar el porcentaje de energía consumida mediante fuentes renovables. Por ello, países como España ya se están comprometiendo a tener un sistema eléctrico 100% renovable antes del 2050, tal y como manifiesta el primer borrador de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética de nuestro país.
Sin embargo, incluso aunque España fuese capaz de generar el 100% de la energía eléctrica que necesita mediante renovables, hay un pequeño problema: Nuestra red eléctrica está interconectada con otros países como Francia, Portugal o Marruecos. Así que, a no ser que estos países también tengan una generación 100% renovable, técnicamente en 2050 seguirás sin poder asegurar que la electricidad que llega a tu hogar de la red, es 100% renovable.
La electricidad recorre kilómetros para llegar a tu casa
Por otro lado, todo consumo de electricidad tiene unas pérdidas asociadas al transporte de esa energía. Ya vimos que podíamos reducir esas pérdidas con el uso de tecnologías como la cogeneración. Pero la clave de esa tecnología es que genera energía in situ, es decir, en el mismo lugar donde se va a consumir, evitando así las pérdidas del transporte. Esta forma de producir y consumir electricidad es lo que se llama generación eléctrica distribuida, un método imprescindible para acompañar la creciente electrificación si no queremos aumentar con ella el consumo de energía primaria y total. Y la generación distribuida es posible sin cogeneración: También podemos producir electricidad in situ mediante energías renovables: Por ejemplo, con paneles fotovoltaicos o incluso con una tecnología todavía en ciernes como la mini-eólica. Así, las ciudades se convertirían en productoras de energía verde.
No, las renovables no son ninguna panacea, pero aun así lo más recomendable es tender hacia una generación eléctrica distribuida y renovable porque, de optar por combustibles fósiles, no solo estaríamos aumentando la contaminación en general, sino que estaríamos trasladando los focos de contaminación desde centrales alejadas a los centros de las ciudades, provocando burbujas de contaminación como la de Madrid, que puede verse a simple vista desde las afueras.
Y Madrid no es la ciudad más contaminada del mundo. Tiene el puesto nº54. Hay 53 ciudades aún más contaminadas. La principal consecuencia de estas burbujas de contaminación es el empeoramiento irremediable de la salud de sus habitantes: La inhalación de sustancias tóxicas como el NO2 provoca, entre otros, cáncer de pulmón. Según la OMS, 1,3 millones de personas mueren cada año debido a la contaminación atmosférica urbana.
Pero, con la demanda de electricidad tan cambiante y los numerosos puntos de consumo, si unimos otros tantos puntos generadores con la generación distribuida, el sistema comenzará a ser más y más complejo. De ahí la importancia de utilizar las Smart Grids o Redes Inteligentes: Gracias a ellas se pueden integrar de forma eficiente a todos los componentes de la red: Consumidores, red de distribución, y centrales generadoras.

De esta forma aumenta la seguridad del suministro y se reducen al mínimo las pérdidas. Pero si no lo hacemos así, el consumo de electricidad no es más que una producción parcialmente renovable y un camino de pérdidas y pérdidas hasta llegar a los puntos de consumo, como tu vivienda o tu coche eléctrico. Una vez allí, ¿la usas de manera responsable?
Lo que no te han contado sobre el vehículo eléctrico
Las compañías como Tesla han tenido una gran acogida con su imagen verde y su alta tecnología. Sus baterías hacen que sus coches eléctricos lleguen a hacer más de 600 km seguidos, lo que es todo un hito tecnológico. Y ya se están sumando al carro de lo eléctrico compañías que jamás hubiéramos imaginado, como Jaguar o Ferrari.

Sin embargo, como ya sabemos, la tecnología necesita de una materia prima concreta, y ese es el caso de las baterías de almacenamiento de energía eléctrica. Tanto las baterías de los vehículos eléctricos, como las de almacenamiento de energía fotovoltaica, necesitan del Litio, que no está presente en todos los países del mundo.
Un país rico en litio es Bolivia, por lo que, si, por ejemplo, España les comprase Litio, estaría provocando las emisiones asociadas al transporte de ese material. Además, España estaría dependiendo de países extranjeros para poder almacenar su energía eléctrica. Y recordemos que la dependencia energética es un punto clave en materia de energía.
La dependencia energética puede cambiar por completo las relaciones entre dos países, pero no solo eso: En la actualidad, los mercados de compraventa de minerales esenciales para el desarrollo de nuevas tecnologías están teniendo un papel clave en la geopolítica mundial.
Un ejemplo de ello es que, en el contexto de la actual crisis institucional de Bolivia, Elon Musk insinuó que hubo un golpe de estado por el litio: “Daremos un golpe de Estado a quien queramos, lidiad con eso”. Dijo, causando estupor.

Esta es una muestra más de que nuestra forma de consumir energía tiene serias consecuencias a nivel global.
Eléctrico hasta la médula
Otro problema es pensar que la electrificación de por sí es buena, sea para sustituir a los combustibles fósiles o no. Así que empezamos a electrificar cosas que antes hacíamos manualmente: Subir y bajar persianas de forma eléctrica, utilizar robots para sustituir tareas humanas (con la consecuente destrucción de empleo), o utilizar un patinete eléctrico muy muy verde, cuando podrías haber ido andando.
Esta tendencia a lo eléctrico definitivamente no es sostenible, ya que, con la excusa de ser eléctrico y con un tinte casi futurista, no hacemos más que aumentar el consumo de energía de una forma atroz.
Otro ejemplo de ello es el uso de la tecnología como decoración. Antes quizás tenías una decoración a base de mobiliario, obras de arte, textiles… y podías dudar de la sostenibilidad del proyecto: ¿de dónde proceden los productos? ¿Cuáles son los materiales? ¿Cómo será su degradación? Podías cuestionar su ciclo de vida. Pero ahora, además, ha irrumpido con fuerza la tecnología y tenemos iluminación decorativa y pantallas por todos lados. Donde antes había un toque de color, ahora hay una tira led.

Pero para muchas personas el uso de LED ya suena a sostenible y su aspecto a futurista, así que se acepta esta decoración sin pensar que es un consumo extra de electricidad, y que no tiene nada que ver con el confort lumínico.
Con esta tendencia a lo eléctrico, no sólo no ayudamos a reducir nuestro consumo, sino que vamos aumentándolo más y más. ¿Qué sentido tiene entonces que hablemos de cuánto de verde tiene la electricidad?
En conclusión
Debemos tender hacia la electrificación en todo aquello que en la actualidad depende de los combustibles fósiles, siempre bajo la premisa de consumir y contaminar menos. Para ello debemos lograr un mix eléctrico renovable y una generación distribuida.
Electrificar todo nuestro alrededor es un error, ya que sólo hará que aumente el consumo de energía y lo que contaminamos.
Además, debemos ser responsables no solo desde la perspectiva medioambiental sino también desde la de la salud de las personas y desde un foco social y político.
Las medidas que tomamos tienen consecuencias y hay que evaluar su impacto en todos los aspectos.
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