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Energías Responsables

¿Es suficiente que la energía sea renovable?

Cuando hablamos de energías renovables nos referimos a aquellas fuentes de energía o recursos energéticos a priori inagotables y no contaminantes, en contraposición con los combustibles fósiles. Estos últimos, sin embargo, son los que hemos venido utilizando como fuente principal de producción de energía en todo el mundo y durante siglos, a pesar de sus desventajas. Pero por fin eso está cambiando.

Los combustibles fósiles no solo son contaminantes y causantes de buena parte del cambio climático de nuestro planeta, sino que además son recursos finitos, agotables, así que su uso nos llevará inevitablemente a su desaparición, por lo que no podemos depender de ellos para satisfacer nuestras necesidades energéticas o pronto seremos incapaces de satisfacerlas.

Además, estos recursos se encuentran en determinadas localizaciones muy concretas del planeta, por lo que solo algunos países han tenido la posibilidad de extraerlos, explotarlos, y por supuesto, exportarlos al resto de países, cuyas necesidades energéticas y falta de recursos los lleva a importar energía del mercado extranjero. Esta necesidad de importar energía es lo que se llama dependencia energética.

Las energías renovables, por el contrario, pueden explotarse alrededor de todo planeta, por lo que un país que apueste por las renovables, estaría apostando por reducir su dependencia energética de otras naciones, una estrategia necesaria para la independencia político-económica de cualquier territorio. Las energías renovables están disponibles por todo el mundo, pero no de manera uniforme, sino que es necesario escoger la fuente de energía renovable adecuada para cada localización: La energía solar podrá ser explotada con mayor facilidad (o mayor rentabilidad) en países con más horas de sol, como es el caso de España. La energía eólica se puede emplear en localizaciones con velocidades de viento adecuadas. Para utilizar las energías maremotriz y la olamotriz se necesita tener acceso al mar, lo que es imposible en numerosos países del mundo. La hidráulica necesita de saltos de agua (naturales o artificiales). La geotérmica puede requerir, por ejemplo, la existencia de yacimientos geotérmicos de alta entalpía. Por último, la aerotermia, recientemente añadida a la lista, es una fuente de energía renovable que se usa exclusivamente en la climatización de edificios, por lo que su uso exclusivo no solucionaría las necesidades energéticas de ningún país, pero ya hablaremos de ella. Por tanto, aunque el uso de las renovables esté más “democratizado” que el de los combustibles fósiles, no es posible usar todas las fuentes de energía renovables en todos los territorios, sino que cada uno debe encontrar la que más se adapte a sus posibilidades.

Las renovables como solución

Lo que todas las energías renovables tienen en común es, en principio, que son inagotables, no contaminantes y que reducen la dependencia energética (de edificios, ciudades, países…). Pero ¿lo son todas en igual medida? ¿el uso de una energía renovable es siempre sostenible? ¿son las renovables la solución a todos los “males” de la humanidad?

Ninguna tecnología, invento o descubrimiento será la panacea que resuelva todos nuestros problemas. Esto lo asumimos y aplicamos en muchos aspectos de nuestras vidas, así que las energías renovables no pueden ser la excepción. No podemos ponernos una venda en los ojos y pretender que por usarlas hemos alcanzado la sostenibilidad, la perfección, una fuente de energía eterna. Aunque el uso de energías renovables siempre será mejor que el uso de combustibles fósiles (en términos medioambientales y estratégicos), dentro de las renovables tenemos un gran abanico de opciones, por lo que seguimos teniendo la responsabilidad de tomar decisiones y elegir una u otra opción en base a ciertos criterios. Pero ¿qué criterio? ¿económico? ¿medioambiental? ¿estratégico respecto a la independencia energética? Para ser responsables debemos fijar al menos uno y tenerlo siempre en cuenta.

Sostenibles, inagotables, reducen la dependencia energética… Una vez instaladas y en funcionamiento.

En España existen numerosos parques solares en los que se utiliza la energía solar fotovoltaica o térmica para producir energía. Una vez instalados los paneles solares con su cierta potencia, empezaremos a producir (o transformar) energía de forma limpia. Esa producción eléctrica no emite gases de efecto invernadero y es renovable: El sol, quizás, algún día, deje de considerarse una fuente inagotable de energía, puesto que lo cierto es que la energía solar sufre variaciones cíclicas cada 11 años, aumentando y disminuyendo, aunque con una tendencia global a la baja. Sin embargo, la radiación solar que llega a La Tierra es bastante estable (unos 1,74 · 1017 J/m2s) y por ello siempre hablamos de la energía solar como renovable y sostenible.

Pero si nuestro objetivo es evitar emisiones contaminantes a la atmósfera, debemos mantener este criterio medioambiental a lo largo de todo el proyecto, lo que no siempre se hace: Supongamos que para evitar emisiones de gases de efecto invernadero, instalamos un panel solar en España, pero lo importamos de China. En ese caso, en el año 0 del proyecto estaremos provocando emisiones en lugar de reducirlas. Ese panel viajará más de 10.000 km, con las consecuentes emisiones de gases de efecto invernadero. Son tantas las emisiones provocadas por el transporte marítimo internacional, que representa el más del 40% de las emisiones a la atmósfera del estado español. Entonces, ¿estaríamos siendo responsables y fieles a nuestro criterio? Podríamos pensar que en el balance global del proyecto estaríamos compensando ese efecto contaminante del año 0 y, en total, sí que estaríamos evitando muchas más emisiones contaminantes. Pero si tuviéramos la opción, siempre sería más sostenible elegir un panel de producción local y así disminuir la huella de carbono de nuestro proyecto.

Por otro lado, si nuestro objetivo era la reducción de la dependencia energética (en este caso, de España), si tenemos la necesidad de importar un panel fotovoltaico de China, por mucho que la producción de energía tenga lugar en España, la realidad es que seguimos dependiendo de otros países para nuestro abastecimiento energético. Quizás, una vez tengamos una producción solar suficiente para cubrir las necesidades energéticas de todo el país, sí podremos afirmar que hemos conseguido la independencia energética a pesar de haber importado hace años la tecnología, pero llegar a ese momento ahora es casi utópico. Así que podemos decir que no habrá independencia energética sin independencia tecnológica.

Es más, si fabricásemos todos los paneles fotovoltaicos en España, seguiríamos teniendo un problema añadido: Igual que ocurre con los combustibles fósiles, los materiales necesarios para producir un panel fotovoltaico o una batería de almacenamiento eléctrico, también se extraen de yacimientos existentes sólo en lugares muy concretos del planeta y también son recursos materiales finitos, por lo que volvemos a tener las dificultades de siempre. ¿No te parece estar en el día de la marmota? Hablaremos de esta paradoja en el futuro.

¿Es suficiente un balance neutro de emisiones?

¿Y si elegimos una fuente renovable con tecnología y materiales locales? Por ejemplo, las calderas de biomasa. La producción de energía mediante biocombustibles se considera renovable porque, a pesar de emitir gases nocivos para la atmósfera en el momento de la combustión, estos biocombustibles han captado anteriormente suficiente CO2 de la atmósfera (gracias a la fotosíntesis), por lo que se dice que la biomasa es neutra en balance de CO2 y no contribuye al efecto invernadero.

Pero ¿son todos los biocombustibles iguales? Aunque todos provengan de la naturaleza, hay una gran variedad de biocombustibles susceptibles de ser utilizados como biomasa: Leña, pellets, astillas (provenientes de podas, clareos, cultivos leñosos…) y residuos agroindustriales (huesos de aceituna, cáscaras de frutos secos…).

Supongamos que elegimos instalar una caldera de biomasa para climatizar un edificio. También en esta ocasión tenemos diversas opciones: Podemos poner una caldera de leña, con una eficiencia alta, de más de un 90%. Emitirá gases nocivos debido a la combustión, pero como vimos antes, al ser biomasa se considerará neutra en carbono. Teóricamente es cierto, pero ¿no sería aún mejor el balance de emisiones si dejáramos que esa leña siga siendo un árbol que captura CO2? Quemar esa madera emite más gases nocivos que no quemarla. Esto puede parecer una obviedad, pero muchas veces no lo pensamos cuando sabemos que estamos usando biomasa y esta se considera una energía limpia. Oímos renovable y a veces dejamos de pensar. ¿Y si hubiera otra opción?

Quizás tengamos la oportunidad de elegir como nuestro biocombustible los huesos de aceituna, que se usarían en una caldera de la misma eficiencia. Los huesos de aceituna tienen de media un PCI mayor que el de la leña, por lo que seríamos capaces de generar más energía. Sí, su combustión también provocaría emisiones de gases de efecto invernadero, pero el punto diferencial es que el hueso de aceituna es un residuo agroindustrial, por lo que su uso como biocombustible favorece una economía circular. El olivo seguirá captando CO2 y la aceituna se va a deshuesar sea la producción de energía objetivo de esta industria o no lo sea, por lo que realmente estamos aprovechando un recurso que, de otro modo, se desecharía.

Conclusión

El uso de las energías renovables en detrimento de los combustibles fósiles siempre será la mejor elección, puesto que nos ayudará a frenar el cambio climático, a asegurar el suministro de energía y a reducir la dependencia energética. Las renovables no sólo son beneficiosas, sino que son necesarias.

Aun así, debemos poner atención a qué fuente de energía estamos utilizando y tomar las decisiones más responsables en cada momento: Debemos elegir la renovable más adecuada a los recursos con los que contamos: energéticos, tecnológicos y materiales. También debemos tener claro el criterio por el que estamos eligiendo las energías renovables y comprobar que lo estamos cumpliendo en todo el ciclo de vida de la instalación.

Las renovables por sí solas no cambiarán el mundo, lo cambiará la responsabilidad de las personas que las empleamos.

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